Hoy en día, el 10% de la población sufre sequedad en la piel. Esta alteración es conocida como dermatitis atópica y se caracteriza por la presencia de eczemas, enrojecimientos, ampollas y descamación.
¿Qué es la dermatitis atópica?
La dermatitis atópica es una enfermedad crónica que afecta a adultos y niños. Aunque puede aparecer en cualquier momento y a cualquier edad, esta patología suele surgir durante la niñez. Además, puede clasificarse en tres tipos de dermatitis en función del paciente:
- Bebés: afecta especialmente en la cara, el cuero cabelludo y el tronco. Es difícil de detectar y diferenciar de otras dermatosis del lactante. Además, es habitual encontrar signos de irritabilidad y rascado que provocan un deterioro de la barrera protectora de la piel.
- Niños: afecta en la parte interna del codo y posterior de la rodilla, conocido como «eczema flexural». En casos más graves puede afectar también al tronco y las caras exteriores de codos y rodillas.
- Adultos: en esta fase, las lesiones se hacen más crónicas y el signo que predomina es la sequedad cutánea junto con el picor. Suelen aparecer en los pliegues, la nuca, el cuello, los pies y las muñecas. Además, en la edad adulta, se manifiesta en la parte trasera de las piernas.
Recomendaciones para la dermatitis atópica
- Mantener una temperatura suave tanto en invierno como en verano.
- Controlar la excesiva sudoración de la piel. Utilizar ropa transpirable y de algodón, nos permitirá controlar el sudor y la temperatura de nuestro cuerpo.
- Evitar las duchas muy largas.
- No utilizar prendas de nylon y lana.
- Lavar la ropa nueva para eliminar los residuos utilizados en su fabricación.
- No estar en contacto con alimentos, polvo o animales que puedan producir alergias.
- Aplicar aceite de baño para regenerar la piel.
- Utilizar leches y cremas emolientes durante el día para mantener la piel hidratada en todo momento.
- No frotar la piel húmeda tras el baño para no irritar la superficie cutánea.
- Evitar los detergentes durante el lavado de la ropa.
- Llevar una dieta equilibrada y evitar frutos secos o lácteos en exceso.
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